Bodas de Oro de la escultura del Oso y el
Madroño
La estatua del Oso y el Madroño, realizada en
bronce por el escultor alicantino Antonio Navarro Santafé, se instaló en la Puerta del Sol el día 20 de
enero de 1967. Pesa aproximadamente 20 toneladas, mide 4 m de altura y costó 200.000
pesetas de aquella época. Descansa sobre un pedestal cúbico escalonado, hecho en
granito. Ayer, 20 de enero de 2017, cumplió sus primeros 50 años. Representa
los símbolos heráldicos de Madrid: un madroño sinople frutado de gules, sobre
el que se empina un oso.
En
un principio, Madrid sólo tuvo como símbolo a un oso pasante. Posteriormente, y
según la tradición, desde el siglo XIII, se sustituyó el oso pasante por un madroño y
un oso empinado que dirige sus fauces hacia uno de los frutos. Este cambio se
debió a la resolución adoptada en el largo pleito que enfrentó a la Villa con el Cabildo de
Curas y Beneficiados de Madrid sobre la propiedad de los pastos y arboledas.
Así, se acordó que los pastos pasaran a propiedad del Cabildo y los árboles al
Concejo madrileño. Desde ese momento, el Cabildo usó en su escudo el oso
pasante, mientras que la Villa
adoptó para el suyo el oso erguido y el madroño, enseña que venía a simbolizar
que los árboles eran propiedad de la
Villa.
La
escultura siempre ha estado en la
Puerta del Sol, aunque con dos ubicaciones
diferentes dentro de la plaza. Hasta 1986 estuvo situada en el
lado oriental de la misma, en las inmediaciones del edificio que se levanta
entre la calle de Alcalá y la Carrera de san Jerónimo.
En ese año fue trasladada al inicio de la calle del Carmen, en el contexto de
las obras de reforma y remodelación de la plaza impulsadas por el alcalde Enrique Tierno Galván. En septiembre de 2009, con la renovación
integral de la plaza promovida por Alberto Ruiz-Gallardón, ha vuelto a su
emplazamiento original.
El
artista se inspiró en un oso pardo macho de la Casa de Fieras del Retiro capturado en los Picos
de Europa, y lo llamó Felipe. Aunque el oso de la estatua no tiene atributos
masculinos, se dice que están ocultos por el frondoso pelo.
En
la época medieval. Era frecuente asociar ciudades a animales y puede que
hubiera osos en la Sierra
de Madrid. Además, también puede tener relación con la constelación de la Osa Mayor, que tiene
siete estrellas, como los siete picos de la sierra de Guadarrama y de ahí las
siete estrellas de la bandera de la Comunidad de Madrid. Respecto al madroño, es un
arbusto mediterráneo que puede que ocupase el lugar que hoy ocupan los pinos en
la Casa de
Campo. Dejando a un lado todas estas conjeturas, auguramos al símbolo madrileño
una larga existencia presidiendo la vida de la Ciudad.