2/4/10

Política 2.0 para los tiempos modernos

Política 2.0 contra una clase dirigente acostumbrada a la impunidad

Por su interés y actualidad, merece la pena reseñar el excelente trabajo de Pascual Tamburri Bariain publicado en El Semanal Digital del 28.03.2010, a propósito de dos visiones antagónicas de la comunicación de masas. Una, la que ofrece Manuel Castells en su publicación de Alianza Editorial sobre la comunicación y la otra de Humberto Eco en su discurso de investidura como doctor honoris causa por la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla. Este sería el sentido de la comunicación en los tiempos modernos.

La política requiere el apoyo de los ciudadanos. Pero la nueva comunicación hace más difícil que los políticos engañen a la gente. Zapatero sólo entendió la primera parte.

Comunicar -recibir y distribuir información- es la necesidad de todos los poderes, sean o no políticos. La democracia no supone un cambio radical en esa necesidad, salvo por la participación expresa de los ciudadanos en la elección de gobernantes y en la toma de decisiones. Pero en realidad todos los gobernantes han tenido esta necesidad, desde la Edad de Bronce en adelante. La historia de la comunicación política en el siglo XX demuestra que, en realidad, los demócratas llegaron tarde a los grandes cambios de aquel siglo –las masas, la radio, el cine, la televisión- aunque supieron después ser las mejores. Hoy estamos entrando en un nuevo cambio comunicativo, y los políticos se dividen ya abiertamente entre quienes navegan en él y quienes, por la razón que sean, no lo entienden o incluso lo rechazan.
Manuel Castells, que no es sólo periodista sino esencialmente investigador sobre la comunicación, tiene una autoridad ampliamente demostrada tanto en publicaciones como en el asesoramiento a personajes públicos. En este libro, que Alianza presenta en España justamente cuando se avecinan dos años de elecciones muy reñidas en las que todos los candidatos echarán mano si pueden de las últimas novedades, Castells quiere ir más allá. Ya no se trata de acceder a los medios de comunicación, sino de gestionar la imagen del poder en un mundo en el que todos los ciudadanos, o un gran porcentaje de ellos, son creadores, distribuidores y gestores de información.
Internet y los móviles han creado la que Castells llama "autocomunicación de masas", donde el ciudadano ya no es receptor pasivo de imágenes e ideas, y donde el poderoso no puede ya confiar sólo en unos asesores o en un gasto publicitario. Castells analiza los grandes momentos comunicativos de los últimos años, con una introducción progresiva de nuevos medios, desde el atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid, a la misma guerra de Irak, pasando por el movimiento ecologista global contra el cambio climático –del que no importa tanto si existe como si se cree en él-, el control de la información en Rusia y China y el papel de Internet en las campañas electorales. Entre éstas, la de ZP en 2004 y la de Obama en 2008 presumieron de novedosas, pero el escenario de 2011 y 2012 puede hacerlas parecer paleolíticas.
Ecos (nostálgicos) del pasado
El escenario que describe Castells interesa a los políticos, a los profesionales de la comunicación y en general a todos los ciudadanos, capaces hoy más que nunca no sólo de acceder a la información con más libertad sino también de proporcionar ellos mismos información. Antonio José Chinchetru ha despachado con contundencia la nostalgia de Umberto Eco de un mundo ya muerto como "los ecos del pasado". Es así. Desde 1968 los occidentales estábamos acostumbrados a recibir la información dosificada, entendida e interpretada por los comunicadores y los intelectuales, que durante dos generaciones en Europa han sido mayoritariamente progres. Ya no es así. No sólo hay comunicadores e intelectuales de todo tipo, es que los ciudadanos pueden convertirse ellos mismos en informadores e intelectuales, y desde luego pueden elegir libremente dónde formarse e informarse. Eco es un nostálgico del pergamino, lo cual en un docente de su prestigio es al menos una pena.
Eco, "al ser investido doctor honoris causa por la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla", ha defendido que la red ha "fracasado en su intento por ordenar el conocimiento del mundo disponible". Y eso quiere decir sólo que Eco, semiólogo, no ha entendido qué es la comunicación actual, un mundo en el que no hay "un" orden, porque el usuario crea su orden cada vez con más libertad. Es cierto que a mayor cultura más solidez de esa libertad, pero eso no quita razón a Castells ni se la da a Eco. Más bien implica que, si usted quiere hacer un favor a su candidato electoral favorito, debe regalarle el libro de Castells y no El nombre de la Rosa. No al menos hasta que se jubile

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