Franco por encima de todo revanchismo
(Por su interés y mi defensa de todo lo que en este artículo se dice, realizado por mi buen amigo el Dr. D. Angel Sanz, lo incluyo en mi blog)
No acabo de
entender por qué unos restos que llevan bajo tierra más de cuarenta años hayan
de ser exhumados en contra de la voluntad de sus familiares y sobre todo me
resulta aún más incomprensible que la sentencia favorable del Supremo para que
esto se pueda llevar a cabo suscite un regocijo desmedido en tantas personas, a
no ser que su corazón esté podrido por el odio y el rencor. Seguramente que los
deseos del Sr Sánchez y sus secuaces de sacar a Franco del Valle de los Caídos
se van a ver cumplidos, pero por muy legal que ello quiera presentarse no deja
de ser un hecho sórdido, que no tiene en cuenta los derechos más elementales.
Esta fechoría de Sánchez va a consumarse con el silencio cómplice de los
cobardes y la inhibición de los traidores y desleales, repartidos por los
diversos estamentos y partidos políticos. La posibilidad de llevar a cabo esta
canallada, al igual que el resto de tropelías perpetradas al amparo de “la memoria
histórica”, más que por méritos propios de Sánchez hay que atribuírselo a
quienes teniendo la obligación de enfrentarse a tanta desvergüenza e ignominia,
han preferido mirar para otra parte. ¿Qué fuerza parlamentaria en su momento se
opuso a sacar a Franco del Valle de los Caídos? Para vergüenza de esta sagrada
Nación hay que responder que ninguna. Increíble pero cierto.
Teniendo en
cuenta la situación que hoy se vive España y haciendo los cálculos pertinentes,
se llega a la conclusión de que saciar las ansias de venganza en asuntos como
éste no tiene el menor coste político, al contrario seguramente hasta puede
resultar favorable en las próximas confrontaciones electorales. No solamente
esto sino que una decisión tan arbitraria como la exhumación de Franco ni
siquiera ha llegado a suscitar ningún tipo de alarma social, ni política, ni
religiosa, ni militar, ni judicial. Nada de nada. Otra cosa bien distinta
hubiera sucedido en el caso de un intento de profanación de la tumba de Pablo Iglesias, retirar
los monumentos a la Pasionaria, Carrillo, o de cualquier otro dignatario de
izquierdas, protagonista de los acontecimientos más tristes de la reciente
historia de España.
La sectaria ley
de la memoria histórica con dos varas distintas de medir, lo que está haciendo
es desestabilizar la convivencia nacional. Cuando más necesitados andábamos de
reconciliación, más crispación se está generando por culpa de esta ley inicua,
cuando más necesitábamos hablar de perdón más revanchismos están saliendo a
flote, lo cual no deja de ser enormemente peligroso toda vez que la venganza,
al igual que cualquier otra torcida inclinación que acecha a la condición
humana, resulta insaciable. Los vicios siempre piden más sin darnos ningún tipo
de tregua. El placer de la venganza dura poco y deja siempre un vacío de
insatisfacción que necesita ser alimentado con nuevas venganzas. Quizás por eso
no bien concluido este primer episodio de la exhumación de Franco ya se está
pensando en borrar del mapa el majestuoso monumento-basílica de la Sta. Cruz del Valle de
los Caídos, o cuando menos dedicarle a otros menesteres no ajenos a una siniestra
intencionalidad política.
Desgraciadamente
este próximo objetivo a la vista, el supuesto revanchismo lo tienen al alcance
de la mano, después de una campaña demoledora en la que este sagrado lugar ha
sido denostado ante la opinión pública y presentado como un monumento en honor
al fascismo, como un lugar de los horrores, donde miles de presos murieron y
fueron torturados, como si se tratara de un campo de concentración, donde se
vivía en condiciones infrahumanas cuando en realidad y según consta en los
archivos, el Valle de los Caídos siempre quiso ser símbolo de la concordia
nacional, construido en honor a los caídos por ambos bandos. A tal respecto el
prestigioso periódico New York Times publicaba por aquellos años que con esta
edificación Franco ofrecía al bando derrotado un ramo de olivo. Durante los 20
años que duró su construcción solo murieron 14 personas, según unas fuentes y
según otras 18 personas. Lejos de ser un lugar de horrores era un lugar
apetecible donde los presos acudían voluntariamente, nunca forzados, cobrando
lo mismo que los trabajadores libres y además allí podían redimir penas. 16.300
presos con pena de muerte, incluso alguno con dos por crímenes con delito de
sangre, cometidos fuera del campo de batalla, veían como la pena capital a la
que habían sido condenados era conmutada por 30 años de prisión que luego
podían quedar reducidos en torno a los 7 años. Por aquí pasó el popularmente
conocido como “el matacuras”, porque según su propio testimonio había matado a
5 sacerdotes y que bien podía ser un buen ejemplo de cuanto estoy diciendo.
Además de
cobrar su sueldo y redimir sus penas, incluso los días que estaban
inhabilitados, tenían una casa donde podían vivir con sus familias y unas
escuelas donde podía llevar a sus hijos, que en su mayoría cursaron el
bachillerato, pudiendo acceder posteriormente a la Universidad, en unos tiempos
donde no era tan fácil cursar estudios superiores para el resto de los
ciudadanos españoles. En fin, teniendo en cuenta todas las circunstancias
concurrentes, trabajar en el Valle de los Caídos era para los presos una
bicoca. Esta es la realidad, que el bando de los resentidos trata de destruir
supuestamente movidos por sentimientos de venganza y que seguramente no
tardarán mucho en conseguirlo, aunque para ello no les sea suficiente un
Decreto Ley sino dos o tres ; pero es igual porque en esta nuestra pobre España
todo es posible. ¿Quién se lo va a impedir?
Hay algo no
obstante que para su desgracia nunca podrán hacer estos supuestos revanchistas,
que es borrar la realidad vivida en España durante casi cuarenta años
gloriosos, transcurridos bajo el mandato de Franco. Podrán falsear la historia,
podrán como lo han hecho imponer su ley de memoria histórica, suprimiendo la
libertad de expresión y poniendo mordazas a los historiadores imparciales;
podrán actuar como inquisidores castigando a los que no piensan como ellos,
podrán incluso conseguir, si es que no lo han conseguido ya, que la gente se
trague sus patrañas y mentiras. Lo que no podrán es impedir que lo que fue deje
de ser. Lo que no podrán impedir es que Franco haya sido ese personaje
excepcional, uno de los más grandes de la historia universal, llamado a ocupar
para siempre un lugar privilegiado que ya nadie le podrá arrebatar. Estamos
hablando según testimonios fidedignos de un hombre modesto, humilde, sencillo,
moderado, austero, prudente, disciplinado, patriota, estadista de altos vuelos,
valeroso militar con una personalidad adornada por acendrados valores humanos y
cristianos, como bien quedó reflejado en su testamento y por encima de todo un
enamorado de España a la que sirvió con lealtad y por la que luchó y se jugó la
vida.
Lo que tampoco
nadie podrá impedir es que España llegara a ser Una, Grande y Libre, a quien no
pudo subyugar el despotismo soviético comunista. Esto es algo que las
izquierdas nunca podrán encajar. Su trascendental victoria sobre el comunismo
ateo supuso no solo la salvación de España sino también la salvación de la
cultura cristiana de Occidente. Así lo reconoció en su día la iglesia,
deshaciéndose en elogios hacia su persona y condecorándole con la máxima
distinción al nombrarle caballero de la Suprema Orden de la
Milicia de Ntro Señor Jesucristo, que muy pocos pueden ostentar.
No solamente
Franco, también su gigantesca obra, ocupan ya un puesto privilegiado en la
historia, inasequible a todo intento de revanchismo. La España rota que él
encontró se convirtió en una nación articulada, construida sobre la justicia,
la paz y el orden. La España sustentada en estructuras medievales fue
trasformada en una nación moderna, que con el esfuerzo de todos los españoles
consiguió colocarse como la novena potencia económica mundial. La labor social
llevada a cabo por Franco es digna de todo elogio, solo un ignorante o
malintencionado puede ponerla en duda. Se consolidaron las clases medias y los
españoles pudieron vivir una vida digna, donde no faltaba el trabajo y una vez
superados los malos momentos de la posguerra, en los hogares españoles tampoco
faltó pan y lumbre. La seguridad social llegó a los trabajadores, la sanidad se
vio fortalecida con buenos profesionales y una importante red de hospitales, la
cultura se hizo extensiva a todas las clases sociales, sin distinción de credos
ni ideologías. Ahí ha quedado como ejemplo “La ley General de
Educación de 1970”,
siendo Ministro del ramo el Sr Villar Palasí. A todas estas conquistas habría
que añadir el logro de una sociedad cohesionada, sin enfrentamientos y una
familia estabilizada inspirada en los valores cristianos, santo y seña de esa
España decente que yo tuve la inmensa suerte de conocer y de disfrutar, tanto
que se hizo tópico el dicho de que España representaba en esos momentos la
reserva espiritual y moral de Europa. Parecerá exagerado lo que estoy diciendo
pero eso fue lo que yo viví y lo que yo recuerdo. Para evitar susceptibilidades
diré que realicé mis estudios universitarios con mil dificultades y nunca
disfruté de ningún tipo de beca.
Con toda
seguridad que la exhumación de los restos de Franco no va a cambiar la historia
para nada, aunque eso sí, no deja de resultar un hecho vergonzoso, primero por
la supuesta intencionalidad con que ha sido perpetrado y en segundo lugar
porque se trata de un hecho totalmente despótico y arbitrario, que no ha tenido
en cuenta los derechos elementales de los familiares.
(Publicado
en Alerta Digital, por el Dr. D. Ángel Gutiérrez Sanz).